Esperanza, ¿dónde estás?
Amor, ¿dónde te escondes?
Vida, ¿dónde te fuiste?
¿Sónde puedo, soñar?
Poco a poco, despacio, así pasan mis días. Las horas se alargan y los minutos rasgan mi vida, como los pequeños cristales de una copa que rompí, de la que nunca bebí, de la que se escaparon, al caer, los pequeños sorbos de vida que me diste. Largos tragos de veneno quedaron en el vaso que puse en tu lugar, por los que, poco a poco, se me va la vida, la energía, la felicidad; son tragos amargos, a veces dulces, pero, nunca serán los sorbitos de vida que compartí junto a ti.
Intenté distraerme en otros ojos, nadar en otros labios, regalarle a él tu ternura , vender abrazos y sonrisas en el mercado negro del amor, y sólo encontré dolor, al ver que nada, nada, a parte del tiempo, me puede hacer olvidar.
Encontré algo que parecía amor y no...Sólo eran ilusiones; castillos en el aire, que siempre caen; morfina para un paciente inglés que ardió en las hogueras del desamor. No te quita el dolor pero alivia. Lo malo es que, cuando el efecto pasa, es peor.
Siento que mi reloj de arena se rompió, que el tiempo se paró y que me quedé ahí, suspendida, viendo cómo se esparcía su arena, lentamente, como si fuera sangre. Uno a uno se fueron escapando sus granos, poco a poco, dejando al aire mi vida. Y ahora sigo esperando que alguien junte todos esos granitos de arena y los guarde en sus pirámides, que den la vuelta, que todo vuelva a empezar...
Y el tiempo pasó, la arena cayó, amaneció...
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